domingo

voy de mano en mano
me confundo en las transacciones
casi como el dinero
se me gastan las orillas
y esa capacidad de despedazarme
en pedacitos de cobre opaco
que se juntan en un gorro en una esquina
que alcanzan para un vino en caja, quizá cigarros sueltos
billete de luca
tesoro de cabro con nueve años
punzante dolor de jubilado a fin de mes
llevo el tacto despreocupado
del que mañana me cambiará
por pan para el desayuno

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Pensandote así, disfrutando cada humilde fracción posible. Imaginandote de a poquito. Codiciandote degustosamente mientras sueño pasear con vos en el barrio. Afortunado como nadie, con mi cobre chilena tesora inconmensurable sin jet set, te leo

Gabriela dijo...

eres el mismo hace tres años?

Anónimo dijo...

Sí. Realmente me atrapa tu poesía. Perdón si me pongo pesado. Pero a cada prender de pantalla me intriga que grito o susurro habrás escrito. Te prometí seguir visitando este blog mientras hicieras buenas cosas, y son deliciosas mes a mes.

Gabriela dijo...

nada que perdonar, con tres años eres por lejs la "realcion" mas larga que he tenido, gracias por tus visitas..

Anónimo dijo...

Ja! Estos tres años, adivino, se ensancharán por todos los tiempos posibles... Mientras seas leal contigo yo te seré leal también.

Gabriela dijo...

uhhhh...la lealtad conmigo hacia mi es una cosa que va y viene, justo ayer estuve meditando sobre ser mas metodica en la vida, (me falta disciplina dice mi padre) y yo pensaba en Cortazar (me caigo me levanto) en las recaidas constantes como este blog en el cual cada cierto tiempo vuelvo a recaer y rehabitar,rehabilitando un teclado cualquiera unas letras ajenas, ordenandolas o desordenandolas segun propio gusto...¿como has seguido aqui estos años? con muy poca duda podria decir que eres tambien un recayente...

Anónimo dijo...

No entiendo por qué asocias lealtad y disciplina... Pero ya que está entre tus revisiones me permito contarte lo que creo al respecto. Disciplina es palabra que, en principio, me remite a cuartel, a domesticación. Si recordamos -ya que lo mencionaste- a Cortázar y su descripción de los famas, siempre trepadores, soñadores del éxito al mejor estilo american, realmente no parece muy atractiva esa disciplina. Mejor me caen los cronopios, bohemios, libres de la obsesión del triunfo, juguetones... Pero... ¿si pensamos en la disciplina como el ejercicio del pianista o de las bailarinas, en el buceo apasionado de la escritura, en el deportista amateur que nunca ganó ninguna carrera pero que sencillamente ama salir a correr siempre? Esa parece otra historia. Además, por ejemplo, ese mismo Cortázar que tanto alababa a la bohemia era un lector insaciable hasta el grado de poner en riesgo su salud por insistir con lecturas como un entrenamiento perpetuo. ¡Si hasta el médico le recetaba dejar de leer un poco!
Lo de caer, levantarse y recaer es palpitar. Todos los que nos tomamos la vida en serio lo hacemos. Pero mis visitas a este lugar que inventaste están lejos de ser caídas.
Y, para terminar, siento ahora, en este instante, en esta conversación, otra de las virtudes de la disciplina. Hace años te quiero hablar. Sólo insistiendo, con el método del burócrata, las ansias del desesperado y la disciplina del enamorado, logré que me dirijas la palabra... y, por un tan sólo pequeño ratito, pude hacer que cohabitemos en tu rincón.
Te seguiré admirando.