domingo

destinados a desaparecer

cuando se nos agote
el combustible para hacer estrellas
rogaremos por ultravioletas rayos sobre
nuestros campos nevados
que lugar mas solitario el universo
que futuro deprimente aguardando

viernes

las manos de mi abuela

I
los juguetes que no necesitamos los regalábamos en navidad
para esos niños que ni siquiera tenían mamá
ni un padre a fin de mes
menos una caricia simple
que te arropen cuando cae la noche
sobre tu cansado cuerpecito
o sentir por el pasillo el olor del budín de la abuela
jugábamos con barro a las tortas
saltábamos la cuerda en la esquina
intentábamos imposibles mundos para nuestras muñecas

II

en el colegio supimos que eran la copia de otras muñecas
y luego de los uniformes
y ese odio temprano al himno nacional
los niños de la otra orilla
con sus colegios pagados nos hacían ver
que nada era normal en nuestra casa
llena de mujeres que trabajan
que en realidad éramos parte de otra raza
y ni siquiera lo dijeron a la cara
si no nos miraban
a nosotros las mierdas-pobres
hijas de comunistas
esos rojos de mierda
comiendo atún en lata y papas al horno
toda la semana

III

cambiamos de barrio cada año y medio
luego de ciudad
y nos subió el pelaje
y nos toco la real inmundicia
volvimos a la ciudad con televisor incluido
pero el olor a podredumbre esta impregnado en la clase media
mierdas-pobres con opción de futuro
las heridas estaban abiertas
habían quebrantado nuestra inocencia hermana
mi cuerpo hermana, mi cuerpo de niña moribundo
nuestra alma supo demasiado sobre el dolor
sobre los hombres que no se debe
pero que es

IV

las maletas deshechas y los gritos
nuestra madre con el hacha descargando contra su cama
el olor a quemado
las cenizas sobre los recuerdos
nuestras lágrimas para adentro
y las miradas firmes
mas allá del televisor

V

el cielo se llena de escaleras
de cables y grises palomas
hace días que llueve
la humedad distiende el cerebro
vivo en un gran barco que cruje
alberga almas de muertos vivientes
sobre las paredes hay cuadros que no dicen nada
hay plantas que no lloran nada
animales gordos y yo que soy un pez
que si quiero me muero un poco de sed

VI

dejaré de escribir lentamente
como cuando la bruma aparece o se va
me subiré a una micro que me lleve a puerto
agarrada de la guitarra sin mirar a la gente
quisiera sentir en este pasillo
las manos de mi abuela
el olor a budín