domingo

servicio de banquetería, sexo y muerte

1

El garzón hiede a perfecto
con su corte de pelo militar y su correcta postura
(tenemos que pararnos de cierta forma
manos en la espalda cabeza gacha
a los ojos no se mira, no se opina nada)
la copa siempre delante del cuchillo
éste a la derecha
mirando hacia afuera

2

Cuidado con la mancha
(la mancha es la muerte, la evidencia del culpable)
del vino en cualquier cosa
cuidado con el sudor
de subir y bajar escaleras
cuidado con resbalar
al salir y entrar por tanta puerta

3

Las damas primero
las que llaman papi a sus maridos
colgadas de su brazo
de su imposible maquillaje
pidiendo permiso con la mirada
para la segunda copa

4

lo que creo no importa
de todas formas no se escuchan entre ellos
de otras lenguas hablan
de otros contratos
verbales

5

No me tiraría a un garzón
(no arrastraría por su espalda cansada mis dedos)
ni muerta de sed
bebería de su imitación a perfume
para despertar inmaculada
mas miserable que ayer

6

Los hay divertidos
amables, profesores del oficio
pero en la pega no hay amigos
porque sonríen con ganas por propina
y esperan que te caigas
por la escalera

martes

Al calor de la hoguera se mezcla la helada de nieve
partiré ahora al horizonte
el único lugar que debo ir
juegan las nubes sobre el viento
este es el viaje, barco de papel
abajo en los drenajes vive
el misterio inútil, yo:
desde el glaciar derretida avanzo
mezcla de dos grandes océanos
me habito como salmón, en mi contra
como pingüino
graciosa
me refugio
como gaviota batallando mis orillas
llevo el rubor en las mejillas de primeriza
que aprende del amor por internet.
En la frente dibujados un beso, la despedida
quemada como panfleto en dictadura
las suelas aferrándose a las plantas de los pies
los dedos separados y firmes
firmo gabriela y paz
bebiendo jugo de manzana a sorbos lentos
en la ventanilla se posa el principio de incertidumbre
el codo abrigado y la cara de frente al sol.

jueves

sueño húmedo

anoche te soñé pez
ibas toda vestida de rojo y tiritando
sobrevolabas un cielo que imaginé mio
yo quería enseñarte unas cosas
unas lenguas unas texturas
pintar en tu piel mis salivas
te deslizabas por las horas
inundando el agua
rebalsando cada vaso que encontrabas

recaida

sujeta un momento estas cuerdas
que me sostienen
este es el baile que te prometí
los perros ya nada saben sobre la calle y yo
no tengo idea que podremos sacar en limpio
pero mírame otra ves como esa ves
quédate y después
no habrá nada que emprender.